Los Fantasmas Del Hotel Bolívar
El Gran Hotel Bolívar es un hotel de 3 estrellas que está ubicado en el centro histórico de Lima, frente a la Plaza San Martín. Fue el primer edificio hotelero moderno de gran envergadura que se construyó en Lima con la finalidad de alojar a los invitados para las celebraciones del primer centenario de la batalla de Ayacucho en 1924.
Su construcción fue iniciativa de los hermanos Augusto y Fernando Wiese, quienes encargaron la obra a la compañía norteamericana Fred T. Ley. El hotel se construyó sobre un terreno de 4000 metros cuadrados de propiedad del Estado y su diseño se encomendó al arquitecto peruano Rafael Marquina, siendo inaugurado el 6 de diciembre de 1924.
En el momento de su inauguración, se contrató a Ernesto Oechsner, maitre del Hotel Ritz de Londres, y como chef de cuisine al suizo José Heanggi. Los primeros administradores fueron José Visconti y Samuel Velásquez, propietarios del Hotel Maury y del Restaurant del Zoológico, de amplia experiencia en este ramo.
En 1938, Marquina recibió el encargo de ampliar el Gran Hotel Bolívar de tres a cinco pisos a fin de que tuviera 150 habitaciones más. Dicha ampliación, aunque alteró la escala del edifico, se manejó de modo que no cambió el sentido del conjunto.
El hotel fue concebido para alojar a presidentes y dignatarios; por ello, su mobiliario y sus acabados constituyen una ostentación del lujo de la época. Las columnas y los pisos de sus salones principales son de mármol importado de Italia y la mayoría de las lámparas que lo iluminan fueron adquiridas en Francia.
El edificio ha sufrido varios atentados terroristas pero por lo que su fama ha traspasado fronteras es por las manifestaciones inexplicables que se desarrollan en sus habitaciones y grandes pasillos abovedados, escenario de las apariciones de antiguos trabajadores ya fallecidos y clientes que se suicidaron en sus lujosas habitaciones.
Según el testimonio del ama de llaves del Hotel, siendo de madrugada y estando el hotel en completo silencio, escuchó un gran estrépito. Pensando que podía tratarse de un ladrón, se dirigió al gran salón presidencial y allí al fondo del mismo pudo ver a una mujer vestida de blanco que parecía mecerse al ritmo de una melodía que no se oía. Tras unos segundos sin llegar a mirarla, desapareció por la puerta que tenía más cercana. Al comentar el suceso con varios de sus compañeros al día siguiente, éstos le comentaron que no era la única que había visto a la enigmática dama.
La mayoría de los aparatos eléctricos se encendían y apagaban solos, como radios, televisores e incluso las máquinas del café. Las puertas de los almacenes aparecían abiertas aunque el personal siempre las cerraba con llave.
Curioso es que precisamente en la habitación 666 sucedían incidentes que causaban auténtico pavor a todos aquellos empleados y clientes que allí osaban entrar. El fantasma de una mujer extranjera que años antes se había quitado la vida arrojándose por la ventana de la habitación, podía verse suspendida en el aire, deambulando ajena a todo cuanto la rodeaba.
En una ocasión el jefe de seguridad del hotel, vio a un empleado caminando por la sexta planta. Al preguntarle su nombre e informarse tiempo después acerca de quién era, se quedó totalmente helado, pues dicho empleado había sido un antiguo mozo que trabajó en el hotel en los años 40 y que llevaba fallecido varios años.
Debido a las quejas de los clientes y el miedo de los trabajadores ante los fenómenos inexplicables que solían producirse sobre todo en la 5ª y 6ª planta del hotel, éstas fueron cerradas al público.
Sería un equipo español de Televisión Española con Juan José Revenga, director de documentales, a la cabeza, quien durante la grabación de la serie “América Mítica” se encontraría también con lo desconocido al pasar una noche junto a su equipo en las plantas embrujadas.
Mientras deambulaban por los largos pasillos podían sentir los cambios bruscos de temperatura que hacía que les saliera incluso vaho de la boca, la brújula perdía el norte y en las fotografías tiradas al azar aparecían orbs. Una de las noches uno de los operadores de cámara se subió al hotel solo y al llegar Juan José Revenga se lo encontró muerto de miedo. Según le contó el cámara, mientras andaba por los pasillos hacia su habitación, notó el aliento de una persona en su nuca y al llegar a la habitación, las bolsas con los equipos y los trípodes empezaron a moverse solos.
En otra ocasión cuando regresaban a su habitación mirando una y otra vez atrás, los carteles de no molesten se balanceaban a su paso sin que hubiese corriente alguna que los moviese, al mirar por última vez hacia atrás, pudieron observar que alguien los observaba desde la profundidad de un pasillo que hacia décadas que permanecía en penumbra.
Desde hace más de 25 años, nadie camina por los pasillos abandonados de la 5ª y 6ª planta cerradas desde los años 70, hay riesgo de derrumbe y la clausura es total.
Los testimonios de los trabajadores corroboran el largo historial de estas dos plantas, luces que flotan, el cuerpo de un niño que aparece al final de los largos pasillos o incluso grifos que se abren solos y se escucha el agua salir sin que haya tal líquido elemento pues está cortada al igual que la luz en ambas plantas. Asimismo, el pilotito rojo de aviso suele encenderse en habitaciones que llevan 40 años cerradas.
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